26 de septiembre de 2012

CAMINO DE SANTIAGO: DE O CEBREIRO A SAMOS

 O CEBREIRO - SAMOS - 29,5 KM


03/07/2011



A esa hora mágica del alba comienza este viaje hasta Santiago, todo gran viaje empieza con el primer paso, deseoso de empezar, como niño con zapatos nuevos, a las 6 en la calle mochila en ristre, todo cerrado aun para desayunar.





Se empieza por una senda todavía en subida, para luego empezar el descenso hasta Samos, descenso que como todo camino entre montañas, se bajan 20 y se suben 10, se baja 30 y se suben 15, al final vas en bajada pero con continuos repecho que parecen escaleras, de ahí la típica frase que dice: “te cruzas con un gallego en una escalera y no sabes si sube o baja”, aparte de otras connotaciones referente a la indecisión, como siempre está subiendo o bajando le da igual. El Camino de Santiago no es un senda de paseo que busca el recorrido más favorable, aquí se sube y se baja en línea recta, nada de trazado más suave aunque más largo.





La niebla hizo apto de presencia, a veces cubriendolo todo, a veces solo los bajos, solo se apreciaba el maravilloso paisaje, en las crestas.



A menudo te encuentras en Galicia con esas otras peregrinas


La niebla nos fue cubriendo hasta por momento no ver más de 20 metros,


El punto máximo al subir al alto de San Roque, donde nos recibe un peregrino de bronce de escultor Acuña, que parece caminar contra el viento.


Sitio donde empecé apreciar el compañerismo del camino, estaba fotografiando la estatua, cuando se acerca alemana, que al principio no sabía, ni entendía ni “papas”, para decirme, al verme solo, que si quería que me hiciera un foto en la estatua, no dude después del ofrecimiento, al devolverme la cámara siguió hablándome, no la entendía, pero ella si me entendió pues una sonrisa al darle las gracias, es un idioma universal.


Tras pasar el alto de San Roque la niebla se fue diluyendo, por una senda al lado de la carretera hasta llegar a Hospital de la Condesa, salir de la localidad por una senda entre frondosos bosque nos lleva a pie del Pardomelo.


Donde una durísima rampa nos sitúa en el alto Do Poio, punto más alto de camino de Santiago en tierras gallegas

Aquí vemos una costumbre de los caminos jacobeos, el ir cargado con una piedra y depositarla en los hitos kilómetros y también en los cruceiros o cruces del camino, costumbre que proviene, de cuando los peregrinos transportaban piedras para la catedral. Para luego bajar de Viduedo a Triascastela casi seiscientos metros en 6 km, por rampas de una media de casi el 10 % de desnivel, en algunos tramos tenia de poner el bastón o bordón, delante para apoyarte y no resbalar, si fuese más largo podría usarse como los pastores canarios que llevan un bastón largo en forma de pértiga, el cual van apoyándole, en las bajadas, por el cual se deslizan.
Para no ser menos, elegí dos piedras, una por Pilar y otra por mí, para llevarlas hasta Santiago, no cogí una piedra por mi hijo José Antonio, por que espero convencerle para hacer el camino otra vez junto y que entonces lleve el su piedra.

Como siempre se dice una vez llegado al punto más alto, solo queda bajar y que bajadas, primero como en las montañas rusas se empieza a bajar despacio para ir cogiendo cuerpo y luego caer en picado, desde Alto do Poio hasta Fronfia y Viduedo.


Aparte de lo inclinado de recorrido, es una de las partes más bonita del camino, pues se realiza por senderos a través de unos bosques tupidos de castaños y robles o carballo en gallego.


ejemplares digno de ver por el tronco, aunque mil veces podados por la mano del hombre, ejemplares por los cuales han pasado miles de peregrinos debajo de sus hojas.



Hojas que a las veces no dejan ver el sol.

por veredas a transitar de uno en uno, en fila india.

O por auténticos pedregales, donde tienes que asegurar bien la pisada, para no torcerte un tobillo.



  Se va pasando por aldeas diminitas enterras de pizarra, paredes, tejados,



Hasta las barandillas de los balcones de pizarra.

Casas humildes, pero luego con un concepto en la muerte, diferente, cementerios con tumbas un poco faraónicas, algunas parecen pequeñas catedrales


Siguiendo con las bajadas y subidas, llegamos a Triacastela, capital de todas estas aldeítas.

Se empiezan a ver los primeros alberges antes de llegar al pueblo, cosa muy extendida a lo largo del camino, los pueblos crecen hacia el camino, es muy importante poner un bar o alberge a la entrada del pueblo, el primero tiene muchas posibilidades, con los peregrinos con pocas ganas de andar


Ya en Triacastela, busco un sitio donde sellar la credencial de Peregrino, se exigen dos sellos por día de recorrido, pudiendo ser en Iglesias, Conventos, Ayuntamientos, Organismos oficiales, Alberges, etc., el primer día solo selle las dos veces reglamentarias, pero como en todo se aprende y se aprende haciendo el camino, te das cuenta que cada sello es diferente al anterior, y que la gente del lugar lo sabe, y restaurantes y bares del camino, ponen a disposición de los peregrinos, los sellos incluso en la puerta, como reclamo para que la gente se pare, pero también como una publicidad, que se repartirá por el mundo y la credencial es una cosa que se guarda y algunos tienen hasta los teléfono.


El sitio elegido para sellar fue la parroquia de Santiago, pequeña iglesia de una nave, con la peculiaridad de entra en ella a través de la torre campanario.
Otra peculiaridad de esto pueblos que me llama la atención es la proximidad del cementerio a las iglesias.


Una vez cumplimentado el trámite seguimos el camino, pues todavía me queda casi un tercio del recorrido, aunque el ochenta por ciento de los peregrinos que salimos de O Cebreiro, este era su fin de etapa.
A las afuera de la ciudad hay un cartel escrito a mano, palabras del escritor y poeta británico Rudyard Kipling, que dan fuerzas y aliento al peregrino.


Si piensas que estas vencido, lo estas.

Si piensas que no te atreves, no lo harás.


Si piensas que te gustaría ganar, pero no puedes, no lo lograras.


Si piensas que perderás, ya has perdido.


Y es que muchas carreras se han perdidos, si haber corrido.


Y muchos cobardes han fracasado antes de su trabajo haber empezado.


Piensa en grande y tus hechos crecerán.


Piensa en pequeño y te quedaras atrás.


Piensa que puede y podrás.


Todo está en el estado mental, porque la batalla de la vida no la gana el hombre más fuerte ni más ligero.


Tarde o temprano gana el hombre que cree poder hacerlo.



Hermosas y ciertas palabras, que no solo son aplicable al camino, sino a todo en la vida.
Se sale de Triacastela por la carrera bastante tiempo, hasta volver a entrar por veredas,


Llegado a este punto se toma la decisión de por San Xil o Samos.


Seguimos bajando aunque ya la carretera no es tan transitada 

 
Ya el día se ha despejado totalmente, entre la bajada y el calor apetece refrescarse en una de las innumerables fuentes que te ofrece el camino.


Se empieza a ver en el camino síntomas de la dureza o que la carga es mucha y hay que aligerar peso.


 Pueblines de montana
 


Con singularidades como los lavaderos en las claras aguas,


Y lavadoras con otros usos.


Aldeas pequeñas pero que sabe convivir con el camino


Donde la amigas del camino, no faltan, pero pocas tan peculiar como esta, ninguna.


Será por deformación profesional pero unas de las cosas, que más me fijo, es en las construcciones, de las casas de mampostería de pizarra


Aunque algunas veces no vea las intenciones en su día de arquitecto o constructor


¿Reciclaje de material?, ¿mal replanteo? No sabía el diámetro del arco y luego no quiso hacer reformas, o el presupuesto para la puerta era escaso.
Cercas de entrada de diseño funcional.


Lo que si tienen claro es la utilización de la pizarra para todo, al ser un material que sobre todo en Lugo, hay muchas canteras, esta aldeítas, que en la antigüedad, no tenían la posibilidad del transporte como hoy en día de los materiales de construcción, se utilizaba el material más cercano, de ahí la utilización de la pizarra en paredes, tejados, losetas para la calzada de la calles, pero también hoy en día se utiliza en los sitios más inverosímiles, como este pretil de un puente 


Al ser el primer día de camino, y ser la jornada más dura a la postre de las que hice, las piernas ya notaban el recorrido realizado y luego de la poca gente que hacia la etapa hasta Samos, creo que iba en el vagón escoba y sin ver a nadie en el camino. Al pasar por San Martiño do Real, ya notaba lo que en el argot ciclista se llama “entra una pájara”, las piernas pesaban y el depósito de gasolina más seco que la mojama, como de todo se aprende, es recomendable llevar en la mochila, barritas energéticas, pesan poco y solucionan estos problemas, estando en estos problemillas de carburantes, en un portalón, que daba al camino, un paisano tenía en venta un utilitario, último modelo, que tentó la idea de acabar a pie o motorizado 


Y más cuando en los carteles, para mas recochineo, te decían todavía “Usted está aquí” y quedaba un trecho 


Es hasta que no llegas, hasta las mismas puertas de Samos, entrando por una refrescante alameda al borde del rio, no se intuye la proximidad, hasta que casi te tropiezas con el espectacular y sobrecogedor monasterios, a dar la vuelta a final de dicha alameda


Después de pedir plaza en el alberge, como todo en la vida monacal, era lo más austero y espartano, que se puedes ver, pero a la vez muy limpio y acogedor, con mucha solera, dedicado al alberge de peregrinos desde tiempos inmemoriales, desde que peregrinar era otra cosa muy distinta a lo que es hoy, el único albergue por los que pase, en el cual solo piden la voluntad, como antaño.
Después de una refrescante y tonificante ducha, salimos a buscar sustento, en todo el recorrido, existe el menú de peregrino, por 9 €, elijes dos platos variados + pan + postres + vino.

 
Después de una buena pitanza, la ocasión merecía una buena siesta, con despertador, no ser que se empalme con la noche.
Una cosa muy recomendable, después de descansar, para tener mejor las piernas, al día siguiente, es pasear, moverse, despacio sin prisas, pero moverse, lo cual se aprovecha para hacer visita turística por el pueblo. En este caso Samos, son muy pocas casas, pegadas a un gran monasterio y todo gira alrededor del monasterio y el camino.


Hermosa vista del valle cuando estas abajo, pero bajando como se suele decir los arboles no te dejaban ver el bosque.


La única construcción relevante en Samos aparte del monasterio es la capilla del ciprés, recibe este nombre por el árbol que la acompaña, es el monumento más antiguo de la villa. Es unos de los pocos templos de influencia mozárabe conservado en Galicia.
Los ríos o arroyos gallegos de aguas cristalinas, discurren casi siempre a la sobra, lo que dan a sus aguas una temperatura gélida, muy apetecible cuando los pies están caldeados de la caminata


 En sus aguas el aficionado a la pesca, disfrutaría, pues la cantidad de truchas es notable.


El recorrido para mañana visto en un grafico, no parece la duro como el de hoy.

El escultor de la estatua de la fuente, no pensó en el sediento que se acercará a ella a beber, pues del chorro es difícil beber, con el pesado niño


La altitud del pueblo es de 558 metros sobre el nivel del mar, medido en 1961, no creo que haya cambiado, como pusieron la fecha


La misa cantada por los mojes, casi toda en latín, tiene un sabor diferente, 


Una buena cena, tertulia con los compañeros del alberge, sobre la etapa de mañana y a la cama a reponer fuerzas para mañana, de Samos a Portomarin

Continuará ......

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